VIENA




Ciudad monumental por excelencia, Viena es sinónimo de arte y música. Aquí nacieron algunos de los músicos más importantes de la historia como Johann Strauss o Franz Schubert. No en vano, Viena ha sido considerada durante muchos siglos como la capital musical de Europa, título que honra con edificios como la Ópera, uno de los teatros más prestigiosos e importantes del mundo. Capital de Austria, la ciudad fue una gran urbe durante el Imperio austrohúngaro, cuyo legado podemos ver en muchos de los monumentos y edificios que inundan sus calles y plazas.


La Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad el centro histórico de la ciudad que reúne un vasto patrimonio arquitectónico que se extiende desde la Edad Media hasta el siglo XIX. Símbolos de Viena como la catedral o el Palacio Schönbrunn, residencia de la antigua familia imperial vienesa, son de visita obligada. Otro emplazamiento interesante es la casa donde Mozart residió durante su estancia en la ciudad. Y si lo que queremos es empaparnos un poco del espíritu local, la mejor opción es relajarse en un típico café vienés mientras se planea la próxima visita.
Viena se fue desarrollando desde los primeros asentamientos celtas y romanos en su territorio y a través de la construcción sucesiva de la ciudad medieval y la barroca, hasta convertirse en la capital del Imperio Austrohúngaro. La ciudad ha desempeñado un papel fundamental como centro importante de la música europea y su nombre va asociado a grandes compositores, desde el clasicismo vienés hasta la música de principios del siglo XX. Su centro histórico alberga una gran variedad de jardines y monumentos arquitectónicos, principalmente palacios barrocos, así como el conjunto de la Ringstrasse, que data de fines del siglo XIX.





Durante el siglo xix, sobre todo en la segunda mitad, Viena inició un despegue demográfico, acompañado de reformas urbanísticas, que la convirtieron en una gran ciudad, multiplicando en un siglo su población por diez. En 1857, se derribaron las murallas por decreto de Francisco José I de Austria, abriéndose una nueva avenida, la Ringstraße, donde se construyeron importantes edificios, como la Ópera, la Universidad, el Ayuntamiento, el Parlamento, la Bolsa y los museos de historia del arte e historia natural. La derrota de Austria en la guerra austro-prusiana en 1866 y la posterior anexión de los Estados alemanes a Prusia convirtieron a la unificada Alemania en un peligro para Austria, por lo que esta última se tuvo que aliar con Hungría en lo que se conoce como la "política de compensación" o Ausgleichpolitik. Así pues, en 1867, tras el Compromiso con Hungría, Viena se convirtió en la capital del Imperio austrohúngaro y en un centro cultural, artístico, político, industrial y financiero de primer orden mundial. Con esta alianza, Austria prosigue sumando otras más, con lo que para fines del siglo xix el imperio abarcaba los actuales países de AustriaHungríaEslovaquiaRepública Checa, la Galicia polaca, la Transilvania rumana, la Bucovina y la Rutenia ucranianas, CroaciaBosnia-HerzegovinaEslovenia y el Trentino-Alto Adigio italiano.

Viena alcanza su máximo demográfico en 1916 con 2 239 000 habitantes, siendo la tercera ciudad más grande de Europa. Este es el período cultural más glorioso de la monarquía de los Habsburgo, con Francisco José I rigiendo el Imperio (período 1848-1916). También es la época de los suntuosos valses vieneses en la Opera Nacional de Viena, grandes carruajes paseando por la Ringstraße y la Kärntner Straße, así como de los típicos cafés vieneses.







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